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DEFICIT PUBLICO. ASISTENCIA SOCIAL
Se puede reducir drásticamente el actual déficit fiscal, y sin abandonar a nadie.
El actual sistema de planes sociales y asistencias monetarias de todo tipo, incluidas jubilaciones sin aportes, es responsable del 70% del déficit público, algo insostenible e ineficaz. Destructivo para la sociedad en su conjunto por el enorme peso que representa, obligando a una carga impositiva monumental que impide la inversión y generación de trabajo de calidad. Ello sumado a las casi 100.000 reglamentaciones (96.000) que traban la actividad y crean “cotos de corrupción”.
La actual situación le quita al individuo la cultura del trabajo, el orgullo de sus propios logros, el ejemplo para su familia, convirtiéndolo en una ameba sin ocupación ni destino, manipulable por punteros políticos de cuya voluntad depende. Mafia en su máxima expresión que no resuelve el problema de la pobreza, sino que lo multiplica.
Pero la necesidad inmediata de supervivencia de esa población marginada es una realidad que debe ser atendida con esmero y por el tiempo que resulte necesario. PERO: la asistencia social no es un derecho, es una ayuda del resto de la sociedad para con el necesitado, y como tal debe ser entendida por sus beneficiarios, terminando con la prepotencia actual.
Los planes sociales deben ser reemplazados por recursos, y nunca más dinero.
Cobrar una alta carga tributaria a la población productiva para repartirla entre la población marginada, y que ésta luego la malgaste pagando los altos precios minoristas de bienes y servicios que contienen los costos y márgenes de la cadena de distribución, es absurdo. Estamos comprando en Jumbo cuando “tenemos 20 hijos en casa”. Imposible, hay que ir al Mercado Central o al mismo productor. Esta situación es fuente de penurias para toda la nación, que debido a ello no ha podido tener moneda ni prosperar.
El Estado tiene un enorme poder de compra, y por lo tanto puede adquirir bienes y alimentos a precio de productor, a un décimo aproximado del precio regular al público, para entregarlos a las familias necesitadas bajo un plan de alimentación asistido por nutricionistas y profesionales egresados de universidades públicas, que devuelvan esa educación con un año de servicios comunales, destinando unas pocas horas semanales de su trabajo, al estilo de las residencias médicas, mejorando la salud mental y física de esas familias.
Sociólogos, sicólogos, nutricionistas, deportólogos, y maestros de oficios, artes y ciencias, enseñarán y contendrán a esas personas carentes de mucho más que dinero. Único camino para sacarlos de la pobreza y la degradación. La educación, el cariño, la guía, y el estímulo son el camino.
Si solo comparamos el precio de un kilo de cualquier alimento frente al precio mayorista en el Mercado Central de Bs.As., veremos la barbaridad de que con el mismo dinero se compran entre 4 y hasta 20 veces más alimentos (ejemplo: 4 kg de naranjas en una verdulería equivale a un cajón de 17kg en el Mercado Central). Y ni que hablar si hablamos del precio que se paga al productor, aún mucho más bajo por el absurdamente alto costo de los fletes (inflados por la mafia camionera que destruyó vías férreas y elevó el costo de los fletes en camión al punto que un conductor gana más que un médico, un ingeniero o cualquier otro profesional). El Estado podría mejorar esos precios al productor, quien muchas veces prefiere tirar su producto porque los gastos de comercialización o transporte superan el precio del producto.
Implementar una “Asistencia en Recursos” en reemplazo de la “Asistencia Monetaria” hará bajar brutalmente el déficit público, a la vez que desestresar a la población beneficiaria al eliminar la inflación que reduce cada mes, o cada semana, el poder de compra del plan de asistencia monetaria. Se terminará así con reclamos y piquetes por pérdida de poder adquisitivo. Y además, implementando el plan económico y monetario aquí propuesto se acabaría la inflación en pesos físicos, beneficiando a la población en general, no solo a la asistida. La ayuda en recursos al necesitado y no en dinero es el único camino para estimular la cultura del trabajo y terminar con la fábrica de pobres del populismo desalmado.
Recursos y no dinero será la clave de la ayuda social. Esa nueva asistencia en recursos, más el cuidado personalizado por parte de profesionales, pacificará a toda esa gente y la estimulará a ir por más, buscando empleo y el nuevo dinero digital para comenzar un proceso de prosperidad y crecimiento, saliendo así del histórico estado de supervivencia, e integrándose a la sociedad productiva.
“Si quieres dinero deberás trabajar para ganarlo,
pero mientras tanto te cuidaremos, no pasarás hambre ni desamparo”.
Asumiendo este ahorro, el déficit público por asistencia social bajaría automáticamente del actual 70% al 7%. Eso sería un alivio impensado para toda la economía, y representaría una mucho mejor y más adecuada asistencia a la población marginada, la cual con el correr del tiempo se integraría al resto de la sociedad, disminuyendo su necesidad de asistencia.
El otro 30% del déficit se irá reduciendo hasta desaparecer gracias a la drástica reducción de empleados públicos, quienes buscarán mejores horizontes en la actividad privada, la única que abonará la TCS (ver Tasa de Contribución Salarial), y a una mayor recaudación que el vigoroso crecimiento de la economía generará, cerrando la brecha entre ingresos y gastos.